El entretenimiento adopta muchas formas, pero no todas son moralmente aceptables por el entorno social en el que vivimos. Seguramente sepan a qué clase de mercado me estoy refiriendo, ¿verdad? Pues sí: al del sexo. Porque la carne está muy bien cuando es la de un animal muerto; en esos casos, podemos decir a viva voz que nos encanta llenarnos la tripa con una buena chuleta. Sin embargo, si hablamos de otro tipo de carne, y admitimos que nos parece bien el negocio sexual, entonces se nos echan encima. No todo es bonito, claro está: la prostitución, al igual que el mundo de porno, todavía están muy ligados al patriarcado que objetiviza a la mujer y la rebaja a menos que un cero a la izquierda; sin embargo, poco a poco se va empezando a superar todo eso, puesto que son las propias mujeres las que toman las riendas y deciden sobre su vida.
No obstante, en gran medida nosotros mismos, las personas e individuos que integramos esa sociedad que tanto criticamos, tenemos la culpa de que se tenga esa percepción sobre ellas, puesto que tenemos en mente que deciden rebajarse cuando en realidad eso no es así; lo que hacen es ofrecer un servicio por el cual se les paga, y, de no ser por la ética cristiana que todavía rige nuestro mundo en su totalidad, eso no nos parecería más, y las trabajadoras sexuales, como las escorts de Barcelona, recibirían un trato digno ante cualquiera. Esa es otra: creemos que el mundo del sexo, y de la sensualidad en sí, se reduce a la prostitución habitual y al porno, pero lo cierto es que hay una amplia comunidad de chicas escorts en Barcelona y en numerosos lugares de la geografía española.
En resumidas cuentas, deberíamos coger todos nuestros prejuicios y tirarlos por la borda de una vez por todas; tanto con cualquier chica escort de Barcelona como con cualquier mujer que tome la libre decisión de trabajar en esa profesión. No conocemos sus vidas y no tenemos derecho a juzgarlas, ni a considerar que, si se dedican a algo así, es porque lo han pasado mal o no tienen ninguna otra opción. Esa condescendencia es, si cabe, todavía más denigrante, y estoy bastante segura de que a muchas de ellas no les gustará nada recibirla. Respeto es lo único que se pide; no es tan difícil de entender.